Afilando el Lápiz. El final
Sentada frente al escenario del tablao da un sorbo a una bebida que nada le gusta pero que ha pedido sin saber por qué. Se pregunta con desgana: ¿Qué hago yo aquí en Murcia oyendo flamenco? Extraña situación, casi onírica. El cantaor no es bueno, ni malo, ni mediocre: Sólo canta. Es un quejio hondo, auténtico, que estremece, que conmueve:
Mercedes la cordobesa
Para no ser, no fuimos
ni enemigos.
Mercedes la cordobesa
nunca tuve "na" conntigo.
Mercedes la cordobesa
Si alguna vez yo te encuentro
Mercedes la cordobesa
diré que estoy esperando
Mercedes la cordobesa...
pero no quiero que sepas,
que por ti sigo llorando.
Se oyen las palmas de algunos turistas entusiastas e ignorantes. Ante la indiferencia del resto del publico el artista se retira con los ojos húmedos, con la mirada perdida y haciendo un gesto que, más que un saludo, es una suplica patética.
Intrigada, ella le pregunta a un camarero. -Dígame ¿Quién es ese cantaor?
-No es profesional, es un pobre hombre que a veces sale a cantar el mismo fandango. Dice que la locura lo arrastra a esto. Sabe usted ¡Tiene hasta su propio nombre artístico!- Afirma el camarero con sorna.
¿Cómo se llama? -Pregunta ella.
Prudencio, " El Ojalatero"