viernes, 3 de septiembre de 2010

Sábados Literarios de Mercedes


Afilando el Lápiz. El final

Sentada frente al escenario del tablao da un sorbo a una bebida que nada le gusta pero que ha pedido sin saber por qué. Se pregunta con desgana: ¿Qué hago yo aquí en Murcia oyendo flamenco? Extraña situación, casi onírica. El cantaor no es bueno, ni malo, ni mediocre: Sólo canta. Es un quejio hondo, auténtico, que estremece, que conmueve:


Mercedes la cordobesa

Para no ser, no fuimos

ni enemigos.


Mercedes la cordobesa

nunca tuve "na" conntigo.


Mercedes la cordobesa

Si alguna vez yo te encuentro


Mercedes la cordobesa

diré que estoy esperando


Mercedes la cordobesa...

pero no quiero que sepas,

que por ti sigo llorando.


Se oyen las palmas de algunos turistas entusiastas e ignorantes. Ante la indiferencia del resto del publico el artista se retira con los ojos húmedos, con la mirada perdida y haciendo un gesto que, más que un saludo, es una suplica patética.

Intrigada, ella le pregunta a un camarero. -Dígame ¿Quién es ese cantaor?

-No es profesional, es un pobre hombre que a veces sale a cantar el mismo fandango. Dice que la locura lo arrastra a esto. Sabe usted ¡Tiene hasta su propio nombre artístico!- Afirma el camarero con sorna.

¿Cómo se llama? -Pregunta ella.

Prudencio, " El Ojalatero"