Alegoría, metáfora y símbolo; tres conceptos distintos que rara vez se entremezclan para lograr lo que los sabios de la comunicación han dado en llamar meta- mensaje, aunque para mí no es otra cosa que la filigrana sutil de la persuasión o los juegos malabares de la lírica.
So pretexto de ser mera creación artística o literaria, esta simbiosis se convierte en una poderosa arma para confundir a un determinado receptor que puede incluso llegar a creer que es el destinatario inequívoco del mensaje.
La maestría se muestra cuando se escenifica el símbolo:
La etiqueta de una botella de vino con exclusiva originalidad. El envoltorio mágico de una pequeña caja de tizas de colores. Resaltar un día determinado de la semana, o disparar al viento vistosas pompas de jabón. El arte radica en que todo quede en tablas, en el aire, en la NADA.
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